"Las tribulaciones de un chino en China", de Jules Verne



Las tribulaciones de un chino en China, de Jules Verne, se publicó por primera vez en 1879 y, como expresa su título, se desarrolla íntegramente en China, durante la segunda mitad del siglo XIX. Su planteo no es ajeno a conceptos filosóficos como la vida, la muerte y la felicidad, tratados con agilidad y humor.

La historia trata sobre Kin-Fo, un millonario chino que vive en Shangai y es duramente juzgado por su maestro Wang de no tener preocupaciones y de no haber vivido una vida plena. Cuando Kin-Fo recibe la noticia de que su fortuna está perdida, dispone la apertura de una póliza para asegurar su vida, la cual será cobrada si él muere y aun en caso de suicidio. Kin-Fo decide planear su propia muerte, pero al no poder ejecutar su plan, contrata a Wang para que lo haga.

Aunque novela de aventuras, y no de ciencia ficción, no faltan en ella las descripciones de esas máquinas que tanto agradaban a Verne, como las dedicadas al fonógrafo en el capítulo IV y a los aparatos Boyton en los capítulos XIX y XX. El escritor francés se permite asimismo arriesgar alguna predicción: «No faltaba más que un sextante y un cronómetro para determinar la posición con diferencia de pocos segundos. Estos instrumentos completarán un día los sacos de los aparatos Boyton y los náufragos ya no correrán riesgo de perderse en el océano».

Sin duda, uno de los elementos más presentes en la novela es el humor, que la recorre de principio a fin. Prueba de ello es, por ejemplo, este pasaje que describe al desdichado Sun, el criado de Kin-Fo:

Su cara, después de haber tomado un color violeta y luego índigo, después azul, luego verde, tendía a volverse de nuevo amarilla. Una vez en tierra, cuando fuese anaranjada, que era su color habitual, y un movimiento de cólera le hubiese puesto rojo, habría pasado sucesivamente y en su orden natural por toda la escala de colores del espectro solar.

El viaje que realiza Kin-Fo para evitar su asesinato, acompañado de Sun y de los agentes norteamericanos Craig y Fry, termina por romper su indiferencia ante la vida, y hacia el final del relato dirá: «Es preciso saber hacerlo todo en beneficio de los demás. Ahí está el secreto de la felicidad».

Sin embargo, el efecto de las tribulaciones no parece notarse demasiado a lo largo de la novela, como sí puede observarse en obras como Miguel Strogoff o Matías Sandorf. (Estas novelas podrían titularse con más propiedad «Las tribulaciones de un ruso en Rusia» y «Las tribulaciones de un húngaro en Hungría», respectivamente, si no fuera porque la palabra «tribulaciones», en el título de la novela que nos ocupa, parece estar puesta con el mismo humor e ironía que caracteriza a toda la obra.) La excepción, tal vez, sea el último capítulo, donde vemos al protagonista en una serie de aflicciones sin tregua.

Las tribulaciones de un chino en China es una novela sumamente entretenida, que tiene entre sus virtudes la de mantener al lector expectante desde el comienzo y hasta el fin y la de mostrarnos a un Verne dueño de un humorismo que no tiene nada que envidiarle al de su contemporáneo Mark Twain.

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