«Matías Sandorf», de Jules Verne
Una de esas palomas, enferma, se detiene antes de llegar a destino y es encontrada por dos malhechores, Sarcany y Zirone. Sarcany logra descifrar el criptograma con la ayuda del banquero Silas Toronthal, quien no duda en denunciar a Sandorf y a sus amigos. La conspiración queda al descubierto y, después del juicio, Matías y sus compañeros son condenados a la pena de muerte. Mientras se encuentran en la celda, por un fenómeno de acústica Matías descubre el nombre de los traidores. Matías y Esteban logran escapar; después de algunas peripecias se hospedan en la casa de un pescador, pero luego deben volver a huir. Esteban es herido y Matías continúa huyendo hasta que le disparan y es dado por muerto. Esteban y Ladislao son fusilados.
Quince años después, en 1882, volvemos a encontrarnos al conde Sandorf, oculto tras la personalidad del misterioso doctor Antekirtt. Éste tenía fama de ser “un hombre extraordinario en las ciencias naturales, una especie de gnóstico, de taleb”, aunque “no era más que un hombre, pero un hombre muy instruido, de un espíritu recto y sólido”. Después de su condena había quedado en la ruina, pero ha logrado amasar una nueva fortuna. Sin embargo, esto es solo el prólogo de la historia, como dice el propio narrador al comienzo de la segunda parte (la novela consta de cinco partes), ya que Sandorf ha decidido dedicar su vida a perseguir a los traidores.
Matías Sandorf es una novela que presenta una trama compleja, llena de giros inesperados, con diversos escenarios, e incluye también una historia de amor. Tal vez, se podría criticar en esta obra ese afán inquebrantable del protagonista por querer hacer justicia por mano propia; en todo caso, eso es precisamente lo que lo mueve. Es curioso que no sea más conocida; tal vez esto se deba a que es una obra que parece adaptarse menos que otras de Verne al público juvenil, en el que suele encasillarse al escritor.
© Eliseo Monteros
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