Variaciones sobre «La desaparición»
Aunque no soy muy afecto a los certámenes literarios, hace poco decidí participar de un concurso de microrrelatos, pese a ser un género que he practicado poco. Una vez expedido el jurado, tuve la satisfacción de comprobar que uno de mis dos textos había merecido el tercer premio ─compartido, ya que otro autor había recibido también ese premio─ en la categoría adultos.
El microrrelato en cuestión lleva por título «La desaparición», y dice así:
La desaparición
Por enésima vez, el anciano lector tomó de su biblioteca ese libro que tanto quería. Esta vez, sin embargo, no pudo leer ni una sola línea. Lo había tenido entre sus manos tantas veces, y tantas veces sus ojos se habían posado sobre aquellas páginas, que las palabras habían terminado por desaparecer.
Después de enviar el texto para el concurso, pensé que tal vez el breve relato hubiera estado mejor si lo hubiese narrado en primera persona. Aunque ya era tarde, imaginé cómo hubiera resultado de esa forma. Era más o menos así:
La desaparición
Por enésima vez, tomé de mi biblioteca ese libro que tanto quería. Esta vez, sin embargo, no pude leer ni una sola línea. Lo había tenido entre mis manos tantas veces, y tantas veces mis ojos se habían posado sobre aquellas páginas, que las palabras habían terminado por desaparecer.
O bien, si quería hacerlo más parecido a la versión original: «Por enésima vez, ya anciano, tomé de mi biblioteca [...]». Poco después, pensé también que otra posibilidad hubiera sido narrarlo en presente:
La desaparición
Por enésima vez, el anciano lector toma de su biblioteca ese libro que tanto quiere. Esta vez, sin embargo, no puede leer ni una sola línea. Lo ha tenido entre sus manos tantas veces, y tantas veces sus ojos se han posado sobre aquellas páginas, que las palabras han terminado por desaparecer.
Hasta aquí llegué al principio, pero luego se me ocurrió que la palabra «lector» era tal vez innecesaria, si bien podía servir para dar un cierto énfasis. Es decir que, teniendo en cuenta esta nueva modificación, el microrrelato podía quedar de la siguiente manera: «Por enésima vez, el anciano tomó de su biblioteca ese libro que tanto quería. [...]».
Con el paso de los días, lejos de reducirse, las posibilidades parecían multiplicarse, incluso tratando de ceñirme lo más que podía a la primera versión. Así, se me ocurrió que también podía estar narrado en primera persona y en presente, que su protagonista podía ser una anciana en vez de un anciano, etc.
Alguien dijo que los escritores publican para no pasarse la vida corrigiendo ─iba a dejarlo en ese «alguien», porque no recordaba exactamente quién, pero no pude evitarlo y lo busqué; era Borges citando a Alfonso Reyes. Esa parece ser una gran verdad. En todo caso, al enviar el texto tuve la fortuna de no pensar más que en una versión. De lo contrario, creo que no hubiera podido decidirme sobre cuál de todas enviar.
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