Para un diccionario de personajes extraños


En diversas ocasiones he pensado en la posibilidad de redactar distintos conjuntos de biografías. He pensado, por ejemplo, en un diccionario de escritores argentinos, en un diccionario universal de genios y, también, en un diccionario de personajes extraños. Aunque estas ideas no han pasado de ser proyectos, creo que no por eso dejan de ser proyectos interesantes.

Al hablar de personajes extraños me refiero a personajes históricos excéntricos o singulares, o al menos a personas cuya vida fue más o menos extraña. Sin duda, ciertas personalidades muy conocidas podrían entrar perfectamente en esta categoría, pero tal vez no nos parecen tan extrañas por el mismo hecho de ser famosas. Su extrañeza termina pareciéndonos más o menos natural. Entre ellas, pienso, podría colocarse a Leonardo da Vinci o a Juana de Arco.

En los párrafos siguientes incluyo algunos datos sobre tres personajes poco conocidos ─a excepción quizá de Diógenes─ que a mi modo de ver no podrían faltar en un diccionario o catálogo de personajes extraños.


Diógenes de Sinope. Filósofo griego, del cual se conoce menos sobre su pensamiento que sobre su vida, y esta misma se halla envuelta en leyendas. Nació hacia el 412 a. C. en Sinope. Desterrado de su ciudad natal por fabricar moneda falsa junto con su padre, residió la mayor parte de su vida en Atenas.

En la capital griega adoptó las ideas de la escuela cínica, llevando sus tesis al extremo. Diógenes rechazaba cualquier tipo de organización social, y su vida constituyó la aplicación práctica de sus ideas y una forma de rechazar las convenciones sociales y de alcanzar la autosuficiencia. Se dice que sus únicas pertenencias eran un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco; un día vio a un niño que bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió del cuenco, por considerarlo superfluo. Otra leyenda afirma que en cierta ocasión Alejandro Magno visitó al filósofo y al encontrarlo sentado a la entrada del tonel que le servía de morada, le preguntó qué quería que le concediera. Diógenes respondió: "No me quites el sol".

Murió hacia el año 327 a. C., al parecer en Corinto. No se conserva ninguno de sus escritos, y la fuente más completa de que se dispone sobre su vida es la sección que le dedicó su homónimo Diógenes Laercio en su obra Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres.

Diógenes (1882), por John W. Waterhouse


Charles de Beaumont, caballero d'Éon. Espía, diplomático y militar francés. Nació en Tonnerre en 1728; su nombre completo era Charles-Geneviève-Louis-Auguste-André-Thimothée d'Éon de Beaumont. Estudió en el colegio Mazarino de París, destacándose por sus excelentes calificaciones y obteniendo el título de doctor en Derecho.

En 1755 entró al servicio de Luis XV como espía. Su primera misión se desarrolló en Rusia, donde debió contactarse con la zarina Isabel Petrovna; fingiendo ser una cortesana, debía lograr un acercamiento entre Francia y Rusia. Regresó a Rusia en varias oportunidades y cumplió misiones en diversos países de Europa, haciendo tanto de hombre como de mujer. Tras la muerte de Luis XV en 1774, d'Éon hizo una extraña petición al nuevo monarca: quería que se lo reconociera como una dama. Luis XVI accedió, pero exigió que d'Éon vistiera ropas adecuadas para una mujer.

Charles-Geneviève publicó sus memorias con el título de Les loisirs du chevalier d'Éon (1774, Distracciones del caballero d'Éon) y fue autor también de algunas otras obras. Murió en Londres en 1810; el acta de su muerte y de su autopsia demostró que d´Éon era del sexo masculino, acabando con los rumores sobre un posible hermafroditismo.

Una caricatura del caballero d'Éon


Orélie Antoine de Tounens. Aventurero francés, nacido en Chourgnac en 1825. Procurador del tribunal de primera instancia y de comercio de Périgueux, en 1854 ingresó a la masonería de ese distrito de Francia. Por esa época, comenzó a leer libros de viajeros con la ilusión de imitar sus aventuras y la idea de reunir las repúblicas hispanoamericanas bajo una “confederación monárquica constitucional”.

Desembarcó en Chile en 1858. Acompañado por dos compatriotas, se puso en contacto con el jefe mapuche Quilapán y en 1860 fue proclamado rey de Araucanía y Patagonia. Los proyectos independentistas llegaron a oídos del presidente de Chile, José Joaquín Pérez, quien dio orden de encontrar y apresar a Tounens. En enero de 1862 fue acusado de perturbar el orden público y condenado a diez años de prisión. Enviado a un manicomio, fue liberado gracias a la intervención del cónsul francés Henri Cazotte y repatriado a Francia.

En 1863 publicó un libro de memorias. Volvió a Chile en 1869, pero la situación había cambiado y no pudo realizar sus proyectos. Regresó a Francia en 1872 y publicó un segundo volumen de sus memorias. Intentó regresar a la Araucanía en dos ocasiones más, en 1874 y 1876, llegando sólo a la Argentina y siendo forzado a retornar a Europa.

En sus últimos años, Tounens instaló su corte en un pequeño departamento en París, entregando títulos nobiliarios a quienes financiaban su vida en el exilio. Tiempo después sus amigos le consiguieron un modesto puesto municipal. Murió en Tourtoirac en 1878.

Antoine de Tounens vestido de mapuche

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