La última aventura
El hombre yace enfermo en su cama. Trabajó incansablemente mientras pudo, pero hace algunos meses un ataque de hiperglucemia, producto de una diabetes mal tratada, lo ha obligado a guardar reposo. Una semana atrás ha tenido un segundo ataque. Perdió ya el oído izquierdo, casi no ve y hace pocos días, también, ha tenido una parálisis que le ha afectado el lado derecho del rostro. Sin embargo, el hombre de setenta y siete años está perfectamente consciente. Lo acompañan sus seres queridos; su esposa, que no se separa de su lado, su hermana menor y sus nietos, entre otros. Por momentos ve sus sombras, por momentos dormita, por momentos recuerda cosas. Se le vienen a la mente imágenes de la infancia. Vuelve a ver el Loira y los barcos que surcan el curso del río. Recuerda cuando, siendo niño, con la imaginación se subía a los obenques, trepaba a las cofas, se agarraba de los mástiles. Y en verano, cuando la familia se establecía en el campo y no había mástiles adonde treparse,